El trastorno de la conducta alimentaria se define como: trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso. Son trastornos de origen multifactorial, originados por la interacción de diferentes causas de origen biológico, psicológico, familiar y sociocultural. Son enfermedades que provocan consecuencias negativas tanto para la salud física como mental de la persona. Se puede englobar en los siguientes tipos de trastornos:
- Anorexia Nerviosa (AN)
- Bulimia Nerviosa (BN)
Otros: obesidad, vigorexia, ortorexia, atracones, etc…
Los trastornos a los que
dedicaremos este artículo son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, que
comparten como síntomas la alteración del estado de ánimo, la ocultación, la
obsesión en disminuir peso.
AN: la anorexia nerviosa no es un síntoma, sino un trastorno específico caracterizado por una pérdida autoinducida de peso, acompañada por una distorsión de la imagen corporal, cuya presencia es indicativa de un estado patológico diferente de la deportista, y puede tener consecuencias muy graves para salud de quien la padece.
- Restrictiva: si la paciente intenta disminuir de peso realizando dieta y practicando ejercicio físico. No existen vómitos autoprovocados ni consumo de medicamentos para acelerar la acción de la dieta.
- Purgativa: Con alimentación compulsiva / autoliberadora, si se manifiestan tales comportamientos. Además de la dieta y del ejercicio, las personas afectadas por esta modalidad se autoprovocan el vómito, y generalmente intentan ocultarlo, para que nadie lo sepa. Es frecuente que esta práctica se difunda entre las amigas. Además, consumen diversos medicamentos que supuestamente pueden ayudar en la disminución de peso.
- Tipo purgativo: cuando se utiliza como conducta compensatoria el vómito(emesis), los laxantes, los diuréticos, enemas, jarabes de ipecacuana, para eliminar lo más pronto posible el alimento del organismo.
- Tipo no purgativo: Entre el 6% y el 8% de los casos de bulimia se llevan a cabo otras conductas compensatorias, como el ejercicio físico intenso, no hacer nada o ayunar mucho; es un método menos efectivo para contrarrestar y deshacerse de las calorías. Este tipo de bulimia suele presentarse también en quienes presentan el tipo purgativo, pero es una forma secundaria de control del peso.
Creemos interesante abarcar este
tema ya que existe una relación según algunos artículos con el deporte de élite
a través de la identidad deportiva (grado
en que una persona se identifica con su rol como deportista, el nivel de
importancia, la fuerza y la exclusividad que va asociado a ese papel, que es
mantenido por la deportista y sometido a influencias ambientales).
Parece ser que una fuerte
identidad deportiva ha sido asociada a mejoras en la imagen corporal y la
autoconfianza, disminuciones en la ansiedad, mayores niveles de compromiso en
el entrenamiento y concentración en los objetivos deportivos.
Pero al mismo tiempo, una elevada
identidad deportiva puede conllevar repercusiones negativas, como alta
dependencia de la autoestima al rendimiento deportivo, formación de elevadas
expectativas, mayor presión por alcanzar el éxito, o asociación a altos niveles
de ira y agresividad y burnout. En estos casos, las jugadoras con una alta
identidad deportiva atribuyen sus éxitos y fracasos al ámbito deportivo, y
dependiendo de estos resultados desarrollan sentimientos positivos o negativos,
y su autoestima está mediada por esos logros o frustraciones.
Aún así en los deportes
practicados en grupo, como el baloncesto, fútbol sala y voleibol, las mujeres
presentan un bajo riesgo de padecer un TCA, siendo sin embargo, la incidencia
del trastorno, más elevada que en la población general.
Existen múltiples factores de
riesgo que confluyen tanto en la propia práctica deportiva, como en la forma de
realizar esa práctica física y en el tipo de deporte realizado, destacando
usualmente el papel del estrés, la presión que ejercen el entrenador o
compañeros de equip
o, la influencia de la familia, o ciertas características de personalidad, como el perfeccionismo, la impulsividad, la competitividad o la tenacidad, haciendo más
vulnerable a la persona.
o, la influencia de la familia, o ciertas características de personalidad, como el perfeccionismo, la impulsividad, la competitividad o la tenacidad, haciendo más
vulnerable a la persona.
El efecto de dichos factores
puede desembocar en las citadas consecuencias negativas como, por ejemplo, la
adicción al ejercicio, el abuso de sustancias, lesiones o trastornos
alimentarios.
Es fundamental realizar una
detección precoz en el caso que existan jugadoras vulnerables a padecer esta
enfermedad, debemos realizar una intervención activa con refuerzo de los
patrones nutricionales y objetivos reales para estado de salud de nuestra
jugadora, en caso de casos graves es urgente realizar una derivación a
especialista.
Prohibir la actividad física
completamente puede derivar en que la deportista perciba volúmenes aún más
bajos de autoestima, sobre todo en los casos donde ésta presenta altos niveles
de responsabilidad hacia el equipo. Pero, para poder realizarlo, la jugadora
deberá aceptar la intervención y dar prioridad al tratamiento sobre la práctica
deportiva, así como permitir una completa supervisión de su actividad física. Algunas de las manifestaciones que podemos
encontrar en los partidos o entrenamientos y que pueden ocasionarse a causa de
una exigencia física moderada y un deporte de contacto como es el baloncesto (y
que hay que tener en cuenta) son: mareos, desmayos, alteraciones cardíacas,
lesiones musculares.
Es por ello que es imprescindible
un trabajo conjunto entre el médico, psicólogo, preparador físico y entrenador
(para poder establecer un correcto volumen de carga), y una comunicación
directa con la jugadora y la familia para poder evitar situaciones más graves.
En caso de detectar un TCA debe
iniciarse la terapia cuanto antes, la cual deberá llevarse a cabo a través de
un equipo multidisciplinar (médicos, nutricionistas, psicólogos y/o
psiquiatras), con la colaboración del entrenador y los familiares de la
deportista.
PUNTOS CLAVE:
Existe el TCA en la jugadora de
baloncesto con mayor incidencia que en la población general y menor que en otro
tipo de deportes individuales.
Debe existir una educación por
parte del personal médico deportivo desde el principio, sobre los
requerimientos nutricionales de la mujer deportista y estudiante o trabajadora.
Es importante establecer una
comunicación fluída y bidireccional entre: jugadora, entrenador, servicio
médico, preparador físico y familia.
Ante la sospecha de la existencia
de un TCA debemos realizar una intervención activa para evitar que el trastorno
se instaure y en caso de detectar que la gravedad de la sintomatología es
evidente deberemos derivar a especialista para su tratamiento definitivo.
El reposo deportivo debe evitarse
excepto en los casos en que el equipo multidisciplinar lo vea estrictamente
necesario para la salud de la jugadora.
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