martes, 26 de marzo de 2019

TRASTORNOS DE CONDUCTA ALIMENTARIA en Baloncesto



El trastorno de la conducta alimentaria se define como: trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso. Son trastornos de origen multifactorial, originados por la interacción de diferentes causas de origen biológico, psicológico, familiar y sociocultural. Son enfermedades que provocan consecuencias negativas tanto para la salud física como mental de la persona. Se puede englobar en los siguientes tipos de trastornos: 
  • Anorexia Nerviosa (AN)
  • Bulimia Nerviosa (BN)
Otros: obesidad, vigorexia, ortorexia, atracones, etc…
Los trastornos a los que dedicaremos este artículo son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, que comparten como síntomas la alteración del estado de ánimo, la ocultación, la obsesión en disminuir peso.

AN: la anorexia nerviosa no es un síntoma, sino un trastorno específico caracterizado por una pérdida autoinducida de peso, acompañada por una distorsión de la imagen corporal, cuya presencia es indicativa de un estado patológico diferente de la deportista, y puede tener consecuencias muy graves para salud de quien la padece.  
  • Restrictiva: si la paciente intenta disminuir de peso realizando dieta y practicando ejercicio físico. No existen vómitos autoprovocados ni consumo de medicamentos para acelerar la acción de la dieta.
  • Purgativa: Con alimentación compulsiva / autoliberadora, si se manifiestan tales comportamientos. ​ Además de la dieta y del ejercicio, las personas afectadas por esta modalidad se autoprovocan el vómito, y generalmente intentan ocultarlo, para que nadie lo sepa. Es frecuente que esta práctica se difunda entre las amigas. Además, consumen diversos medicamentos que supuestamente pueden ayudar en la disminución de peso.
BN: la bulimia nerviosa se caracteriza por la ingesta periódica, voraz, compulsiva de un exceso de alimento rico en calorías, seguido de un periodo de arrepentimiento, el cual puede llevar a la paciente a eliminar el exceso de alimento a través del vómito o el uso de laxantes. El temor a engordar afecta directamente a los sentimientos y emociones del paciente, influyendo de esta manera en su estado anímico, que en poco tiempo desembocará en problemas depresivos. En función del tipo de purga que utilizan tenemos:
  1. Tipo purgativo: cuando se utiliza como conducta compensatoria el vómito(emesis), los laxantes, los diuréticos, enemas, jarabes de ipecacuana, para eliminar lo más pronto posible el alimento del organismo. ​
  2. Tipo no purgativo: Entre el 6% y el 8% de los casos de bulimia se llevan a cabo otras conductas compensatorias, como el ejercicio físico intenso, no hacer nada o ayunar  mucho; es un método menos efectivo para contrarrestar y deshacerse de las calorías. Este tipo de bulimia suele presentarse también en quienes presentan el tipo purgativo, pero es una forma secundaria de control del peso.


Creemos interesante abarcar este tema ya que existe una relación según algunos artículos con el deporte de élite a través de la identidad deportiva (grado en que una persona se identifica con su rol como deportista, el nivel de importancia, la fuerza y la exclusividad que va asociado a ese papel, que es mantenido por la deportista y sometido a influencias ambientales).
Parece ser que una fuerte identidad deportiva ha sido asociada a mejoras en la imagen corporal y la autoconfianza, disminuciones en la ansiedad, mayores niveles de compromiso en el entrenamiento y concentración en los objetivos deportivos.

Pero al mismo tiempo, una elevada identidad deportiva puede conllevar repercusiones negativas, como alta dependencia de la autoestima al rendimiento deportivo, formación de elevadas expectativas, mayor presión por alcanzar el éxito, o asociación a altos niveles de ira y agresividad y burnout. En estos casos, las jugadoras con una alta identidad deportiva atribuyen sus éxitos y fracasos al ámbito deportivo, y dependiendo de estos resultados desarrollan sentimientos positivos o negativos, y su autoestima está mediada por esos logros o frustraciones.
Aún así en los deportes practicados en grupo, como el baloncesto, fútbol sala y voleibol, las mujeres presentan un bajo riesgo de padecer un TCA, siendo sin embargo, la incidencia del trastorno, más elevada que en la población general.

Existen múltiples factores de riesgo que confluyen tanto en la propia práctica deportiva, como en la forma de realizar esa práctica física y en el tipo de deporte realizado, destacando usualmente el papel del estrés, la presión que ejercen el entrenador o compañeros de equip
o, la influencia de la familia, o ciertas características de personalidad, como el perfeccionismo, la impulsividad, la competitividad o la tenacidad, haciendo más
vulnerable a la persona.

El efecto de dichos factores puede desembocar en las citadas consecuencias negativas como, por ejemplo, la adicción al ejercicio, el abuso de sustancias, lesiones o trastornos alimentarios.
Es fundamental realizar una detección precoz en el caso que existan jugadoras vulnerables a padecer esta enfermedad, debemos realizar una intervención activa con refuerzo de los patrones nutricionales y objetivos reales para estado de salud de nuestra jugadora, en caso de casos graves es urgente realizar una derivación a especialista.

Prohibir la actividad física completamente puede derivar en que la deportista perciba volúmenes aún más bajos de autoestima, sobre todo en los casos donde ésta presenta altos niveles de responsabilidad hacia el equipo. Pero, para poder realizarlo, la jugadora deberá aceptar la intervención y dar prioridad al tratamiento sobre la práctica deportiva, así como permitir una completa supervisión de su actividad física.  Algunas de las manifestaciones que podemos encontrar en los partidos o entrenamientos y que pueden ocasionarse a causa de una exigencia física moderada y un deporte de contacto como es el baloncesto (y que hay que tener en cuenta) son: mareos, desmayos, alteraciones cardíacas, lesiones musculares.

Es por ello que es imprescindible un trabajo conjunto entre el médico, psicólogo, preparador físico y entrenador (para poder establecer un correcto volumen de carga), y una comunicación directa con la jugadora y la familia para poder evitar situaciones más graves.
En caso de detectar un TCA debe iniciarse la terapia cuanto antes, la cual deberá llevarse a cabo a través de un equipo multidisciplinar (médicos, nutricionistas, psicólogos y/o psiquiatras), con la colaboración del entrenador y los familiares de la deportista.

PUNTOS CLAVE:
Existe el TCA en la jugadora de baloncesto con mayor incidencia que en la población general y menor que en otro tipo de deportes individuales.
Debe existir una educación por parte del personal médico deportivo desde el principio, sobre los requerimientos nutricionales de la mujer deportista y estudiante o trabajadora.
Es importante establecer una comunicación fluída y bidireccional entre: jugadora, entrenador, servicio médico, preparador físico y familia.
Ante la sospecha de la existencia de un TCA debemos realizar una intervención activa para evitar que el trastorno se instaure y en caso de detectar que la gravedad de la sintomatología es evidente deberemos derivar a especialista para su tratamiento definitivo.
El reposo deportivo debe evitarse excepto en los casos en que el equipo multidisciplinar lo vea estrictamente necesario para la salud de la jugadora.

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