ASMA
Y EJERCICIO
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hay 235 millones de
pacientes con asma, “una enfermedad crónica que se caracteriza por ataques
recurrentes de disnea y sibilancias, que varían en severidad y frecuencia de
una persona a otra”, según la definición que ofrece la propia OMS.
Estos
síntomas pueden aparecer varias veces al día o a la semana y “en algunas personas se agravan durante la
actividad física o por la noche”.
El
asma inducido por ejercicio suele aparecer como entidad aislada, y en la
mayoría de ocasiones no existen síntomas
clínicos de asma en ausencia de ejercicio y solo lo desarrollan cuando
practican el mismo, la prevalencia es cada vez más
alta llegando a alcanzar en ocasiones un 40% en pacientes menores de 40 años.
Además
no hay que olvidar al grupo de pacientes asmáticos, con asma bronquial alérgico
o no alérgico, y que pueden desarrollar crisis cuando practican ejercicio
físico, sobre todo si tienen asma mal controlada o inestable.
El
asma ha limitado tradicionalmente la práctica del ejercicio físico,
especialmente a edades tempranas. Sin embargo, cada vez se está demostrando que
el ejercicio físico controlado mejora el control de los ataques de asma y
mejora la calidad de vida de los pacientes, ya sea a nivel profesional como
personal (sin olvidar la etapa de educación de los más jóvenes). Asma y deporte
no tienen por qué ser una mala combinación. Por tanto, la solución no pasa por
suprimir el ejercicio físico sino por adaptarlo a las circunstancias de cada paciente.
El ejercicio físico fortalece los músculos pectorales
que se utilizan para respiraren caso de tener asma, esto es muy importante
porque puede ayudar a que los pulmones funcionen mejor incrementando la
capacidad pulmonar que en el caso del asma se vé limitada sobretodo en las
fases iniciales del incremento de actividad.
Cuáles son los deportes más
adecuados para las personas con asma? En general todos con sus adaptaciones,
pero bien es cierto que los que menos exigencia ofrecen a la respiración son: El golf, el yoga, y la bicicleta suave , después
estarían los deportes como el béisbol, el fútbol americano, la gimnasia, y el
atletismo de campo y pista de corta duración que también pueden ser buenas
opciones.
En el resto de deportes se plantean mayores adaptaciones
y retos: los deportes de resistencia, como las carreras y el ciclismo de largo
recorrido, que exigen gastar mucha energía sin disponer de largos períodos de
tiempo para descansar (lo que ocurre en el fútbol y el baloncesto). Los
deportes de invierno, como el esquí de fondo y el hockey sobre hielo, también
pueden plantear dificultades.
Consejos
·
Los deportes más aconsejables son: la natación, por las
condiciones medioambientales en las que se practica (las crisis de asma de esfuerzo se
deben a una pérdida de calor y humedad de las vías respiratorias por lo que
normalmente se recomienda ambientes cálidos y húmedos como la piscina), los deportes
recreativos y de equipo, que permiten una relajación momentánea, y todos
aquéllos que no requieran un gran esfuerzo físico.
· Realizar una
revisión médico-deportiva por un Especialista que pueda adaptar las
limitaciones del niño o adolescente (en edades más tempranas) con el deporte
que realiza, estableciendo pautas en el tratamiento antes, durante y después
del mismo.
·
Tener a mano la
medicación.
· Conocer las adaptaciones
o incluso restricciones, en algún momento, por parte del educador, entrenador o
monitor. Por ejemplo, en caso de realizar una clase de Educación Física que
contenga ejercicios con alta exigencia de resistencia, se deberá controlar y
supervisar la aparición de los primeros síntomas como la tos o la disnea para
parar esa actividad, y en caso de presentar síntomas como tos, ruidos
espiratorios (sibilancias, los llamados pitos) o dificultad respiratoria se deberá
retirar temporalmente hasta que se halle en condiciones óptimas para
realizarlo.
· Evitar realizar
ejercicio físico en presencia de otros estímulos que puedan provocar asma:
polen (época primaveral), humo, moho, contaminación elevada…
Realizar un calentamiento
adecuado que incluya movilidad articular, muscular y ejercicios respiratorios,
así como carreras con aumento progresivo de la velocidad (distancia de 30-50 m.
y descansos de 20-30 seg.) durante 10 minutos observando su propia tolerancia.
Una vez acabada la actividad deportiva es importante hacer un descenso gradual
(y no abrupto) del ejercicio durante unos 10 minutos. Es decir el calentamiento
y enfriamiento debe ser primordial y progresivo.
·
Aprender a respirar correctamente. Respirar
adecuadamente y dejar que la nariz ejerza su función de calentar, humidificar y
filtrar de partículas el aire que respiramos.
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