jueves, 25 de octubre de 2018

Asma y ejercicio


ASMA Y EJERCICIO

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hay 235 millones de pacientes con asma, “una enfermedad crónica que se caracteriza por ataques recurrentes de disnea y sibilancias, que varían en severidad y frecuencia de una persona a otra”, según la definición que ofrece la propia OMS.
Estos síntomas pueden aparecer varias veces al día o a la semana y “en algunas personas se agravan durante la actividad física o por la noche”.
El asma inducido por ejercicio suele aparecer como entidad aislada, y en la mayoría de ocasiones no existen  síntomas clínicos de asma en ausencia de ejercicio y solo lo desarrollan cuando practican el mismo, la prevalencia es cada vez más alta llegando a alcanzar en ocasiones  un 40% en  pacientes menores de 40 años.
Además no hay que olvidar al grupo de pacientes asmáticos, con asma bronquial alérgico o no alérgico, y que pueden desarrollar crisis cuando practican ejercicio físico, sobre todo si tienen asma mal controlada o inestable.
El asma ha limitado tradicionalmente la práctica del ejercicio físico, especialmente a edades tempranas. Sin embargo, cada vez se está demostrando que el ejercicio físico controlado mejora el control de los ataques de asma y mejora la calidad de vida de los pacientes, ya sea a nivel profesional como personal (sin olvidar la etapa de educación de los más jóvenes). Asma y deporte no tienen por qué ser una mala combinación. Por tanto, la solución no pasa por suprimir el ejercicio físico sino por adaptarlo a las circunstancias de cada paciente.
El ejercicio físico fortalece los músculos pectorales que se utilizan para respiraren caso de tener asma, esto es muy importante porque puede ayudar a que los pulmones funcionen mejor incrementando la capacidad pulmonar que en el caso del asma se vé limitada sobretodo en las fases iniciales del incremento de actividad.
Cuáles son los deportes más adecuados para las personas con asma? En general todos con sus adaptaciones, pero bien es cierto que los que menos exigencia ofrecen a la respiración son: El golf, el yoga, y la bicicleta suave , después estarían los deportes como el béisbol, el fútbol americano, la gimnasia, y el atletismo de campo y pista de corta duración que también pueden ser buenas opciones.
En el resto de deportes se plantean mayores adaptaciones y retos: los deportes de resistencia, como las carreras y el ciclismo de largo recorrido, que exigen gastar mucha energía sin disponer de largos períodos de tiempo para descansar (lo que ocurre en el fútbol y el baloncesto). Los deportes de invierno, como el esquí de fondo y el hockey sobre hielo, también pueden plantear dificultades.
Consejos
·       Los deportes más aconsejables son: la natación, por las condiciones medioambientales en las que se practica  (las crisis de asma de esfuerzo se deben a una pérdida de calor y humedad de las vías respiratorias por lo que normalmente se recomienda ambientes cálidos y húmedos como la piscina),  los deportes recreativos y de equipo, que permiten una relajación momentánea, y todos aquéllos que no requieran un gran esfuerzo físico.
·      Realizar una revisión médico-deportiva por un Especialista que pueda adaptar las limitaciones del niño o adolescente (en edades más tempranas) con el deporte que realiza, estableciendo pautas en el tratamiento antes, durante y después del mismo.
·       Tener a mano la medicación.
·   Conocer las adaptaciones o incluso restricciones, en algún momento, por parte del educador, entrenador o monitor. Por ejemplo, en caso de realizar una clase de Educación Física que contenga ejercicios con alta exigencia de resistencia, se deberá controlar y supervisar la aparición de los primeros síntomas como la tos o la disnea para parar esa actividad, y en caso de presentar síntomas como tos, ruidos espiratorios (sibilancias, los llamados pitos) o dificultad respiratoria se deberá retirar temporalmente hasta que se halle en condiciones óptimas para realizarlo.
·     Evitar realizar ejercicio físico en presencia de otros estímulos que puedan provocar asma: polen (época primaveral), humo, moho, contaminación elevada…
   Realizar un calentamiento adecuado que incluya movilidad articular, muscular y ejercicios respiratorios, así como carreras con aumento progresivo de la velocidad (distancia de 30-50 m. y descansos de 20-30 seg.) durante 10 minutos observando su propia tolerancia. Una vez acabada la actividad deportiva es importante hacer un descenso gradual (y no abrupto) del ejercicio durante unos 10 minutos. Es decir el calentamiento y enfriamiento debe ser primordial y progresivo.

·       Aprender a respirar correctamente. Respirar adecuadamente y dejar que la nariz ejerza su función de calentar, humidificar y filtrar de partículas el aire que respiramos.



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