domingo, 23 de octubre de 2016

Un mundo más allá de la discapacidad

Hace un tiempo que tengo la oportunidad de trabajar con deportistas de alto nivel de atletismo, son atletas profesionales la mayoría de ellos, y lo que les caracteriza es que su visión está disminuida, su coeficiente intelectual es menor a 70, presentan afasia, paresias o alteración en el habla, sus piernas no sirven para correr, o les falta algún miembro.

Efectivamente, son el equipo paralímpico español de atletismo.


Su día a día es como el de cualquier deportista que lucha por llegar a competir en unos Juegos Paralímpicos, requieren una marcas mínimas para poder participar en los Campeonatos Europeos o los Mundiales, pero sus cuerpos se comportan de manera diferente a un deportista sin estas características.

El discapacitado visual se clasifica actualmente en tres rangos:
  • Ceguera total (incapaz de percibir luz o aún percibiendo luz, incapaz de diferenciar la forma de una mano a más de 20 cm)
  • Deficiencia visual moderada (campo visual y agudeza visual muy disminuida)
  •      Deficiencia visual leve  (campo visual y agudeza visual disminuida)

Éstas dificultades en la visión hacen que pruebas como la carrera o el salto (a ciegas completamente) necesiten de guías, en el primer caso atado a una cuerda, en el segundo caso que los llame a través de palmadas hasta el salto en el foso, con las consecuentes lesiones a la hora de realizar la batida con el pie o la zancada.

El discapacitado intelectual se clasifica en un rango y es incapaz de resolver problemas sencillos, presenta en muchas ocasiones grandes déficits de atención y dificultades en la concentración, esto, en pruebas de velocidad o salto como el atletismo, pueden provocar exceso de roturas musculares, ya que no modulan su velocidad y fuerza con criterio.

El discapacitado de parálisis cerebral presenta un tono muscular exacerbado, dificultad en el movimiento de una o dos partes del cuerpo, dificultad en la aceleración rápida y en la resistencia, lo que dificulta su técnica de carrera o salto, además de que enmuchas ocasiones presentan una parálisis en zona orofaríngea que hace muy complicado su entendimiento.

Y finalmente está el discapacitado físico, el más presente junto al visual en todas las pruebas internacionales,  sorprendiéndonos con unas prótesis deportivas inimaginables en nuestro entorno, y un desarrollo de tronco y brazos impresionante para las sillas de ruedas (en este caso los rangos dependen  del miembro ausente y de donde reside la lesión medular); aquí priman las lesiones en la región del muñón, sobrecarga en hombros y columna vertebral.


El deporte les ha brindado una oportunidad de superación personal tras la aparición inesperada de una enfermedad o accidente, brindársela nosotros como profesionales sanitarios y del deporte creo que es nuestro deber; es ir más allá de una amputación, un pérdida súbita de visión o una hemiparesia, no es necesario que sea deporte profesional, puede ser recreacional, pero sinceramente creo que aún tenemos mucho recorrido por hacer, y esto es una deuda pendiente con nuestros pacientes.

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